Editora de artículos en So Good So Cute sobre crecimiento…
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y me parece un momento perfecto para entender la relación de la sociedad en la que naces con cómo vives tu vida, cómo sientes y cómo piensas. Porque la sociedad no te trata igual si eres hombre que si eres mujer y eso al final se ve reflejado en nuestras emociones y pensamientos.
Ya está bastante extendido el término “creencia limitante” pero por si no lo conoces te lo explico brevemente. Una creencia limitante es un pensamiento inconsciente que te dicta las reglas de la vida. Por ejemplo “la vida es dura” o “para tener éxito tengo que ser exigente”. Este pensamiento está tan tan arraigado en ti que vives la vida a través de él y dirige tus emociones y tus decisiones de vida. Estas creencias se crean desde que eres pequeña. El mundo a tu alrededor da forma a esas creencias: cómo vivían y se comportaban tus padres, la sociedad en la que creciste, las experiencias que has tenido, las personas que te han influido. Todo va creando unas creencias en tu cerebro de cómo es la vida y de cómo hay que vivirla.
Uno de los objetivos del feminismo es visibilizar esas creencias limitantes, en mujeres, pero también en hombres, para desenmascarar lo que la sociedad nos dice que tenemos que ser cada uno y cada una y replantearnos si es eso lo que queremos ser o queremos ser otra cosa. Porque la sociedad tiene mucha influencia en la persona que eres, en tus deseos, tus sueños, en tus pensamientos y tus emociones.
Algo importante a tener en cuenta es que el cerebro es flexible y que además está hecho para buscar cómo adaptarse al ambiente porque así forma parte de la “tribu”. El cerebro flexible significa que nada más nacer los diferentes inputs que tengamos van a hacer que nuestro cerebro desarrolle más unas características que otras, y además, buscará validar esas características con lo que el entorno premia. Si de pequeña escuchas que le dicen a tu madre una y otra vez “qué mona tu niña tranquila y sin dar un problema” tu cerebro habrá interiorizado, “me recompensan cuando estoy tranquila” y esa es la actitud que adoptará. Pero que nuestro cerebro sea flexible también abre la vía para cambiarlo a él y a sus creencias en cualquier momento. Así es que, sí, desde pequeños todo nos influye y nos moldea, pero siempre podemos cuestionar nuestros pensamientos y cambiarlos.
Te pongo más ejemplos de creencias limitantes que siempre es más fácil verlas así. ¡Aviso! Seguramente vas a presentar resistencia cuando leas estas creencias porque queremos pensar que estamos por encima de ellas pero, por desgracia, no suele ser así. Superar una creencia requiere mucha conciencia y esfuerzo.
Ejemplo creencia limitante 1
Si cuando estudiaste de pequeña no viste en los libros de texto representación femenina y además miras a tu alrededor y la mayoría de las personas que están en puestos de poder son hombres seguramente has interiorizado de una manera subconsciente que el mundo lo crearon los hombres y que ellos son más capaces para seguir haciéndolo. Una creencia sería “el hombre es más capaz que la mujer.” Lo contrario le pasaría a los chicos. Ellos se han visto como conquistadores, científicos, artistas… ellos han creado el mundo y pueden seguir haciéndolo. También tendrán la creencia “el hombre es más capaz que la mujer.”
Cómo esta creencia limitante se manifiesta esto en la sociedad: a la mujer se le exige mucho más, se la cuestiona mucho más en su trabajo y se confía menos en sus capacidades.
Resultado emocional para la mujer de esta creencia limitante: exigencia y el síndrome de la impostora. Nunca se siente lo suficientemente preparada. De hecho hay un estudio de HP que muestra que un hombre se presenta a un puesto de trabajo cumpliendo el 60% de los requisitos mientras que la mujer no lo hace si no cumple el 100%.
¿Qué nuevas posibilidades se abrirían para niñas y niños si crecieran en una sociedad con igual representación de hombres y mujeres en los distintos ámbitos?
Ejemplo creencia limitante 2
Si desde pequeña te han alabado por lo mona y buena chica que eras y cuando vas creciendo ves que lo que más se valora de una mujer es su físico porque lo ves en todas las revistas, en todas las películas y series, en las presentadoras de televisión que son todas monísimas mientras que ellos pueden tener cualquier tipo de físico, entonces puedes tener la creencia “cuanto más atractiva sea más éxito tendré en la vida”.
Cómo se manifiesta esta creencia limitante en la sociedad: la mujer se gasta mucho más en cosméticos, maquillaje, peluquería, cirugía… tienen más desarreglos alimenticios y más rechazo a su cuerpo.
Resultado emocional para la mujer de esta creencia limitante: presión por verse siempre joven y perfecta, estrés, baja autoestima, dependencia emocional hacia la aceptación de un hombre.
¿Qué emociones nuevas se podrían generar si el cuerpo se viera como un recipiente sagrado y perfecto que nos sirve para vivir, sentir, disfrutar y expresarse?
Y esto son sólo dos ejemplos, pero hay miles. Piensa en la culpabilidad y como fue Eva la que sacó a la humanidad del paraíso. La culpabilidad en las mujeres está arraigada desde siglos y siglos.
Por supuesto este tema no solo afecta a las mujeres, no, los hombres también tienen sus creencias, por ejemplo: “un hombre tiene que ser el proveedor de la casa”, “los hombres fuertes no muestran emociones”, “el hombre tiene que ganar más que la mujer”. Un montón de creencias que al final generan en el hombre mucha presión, estrés y frustración. ¿El resultado? Adicciones en general más pronunciadas en ellos y mucho más uso de la violencia. En las cárceles hay muchísima más representación masculina que femenina.
Así es que la próxima vez que sientas una emoción como culpabilidad, estrés, frustración… plantéate qué pensamiento está alimentando esa emoción, revisa sus raíces y cámbialo. El primer paso es tomar conciencia de él para que deje de dirigir tu vida hacia sitios donde no quieres ir.
Editora de artículos en So Good So Cute sobre crecimiento personal. Coach energética certificada en coaching, mindfulness y ThetaHealing. Usa un mix que incluye el crecimiento personal, la sabiduría del corazón y la fuerza de la energía para transformar la vida de sus clientes. Bailonga y viajera empedernida.