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«Creo que en este momento social, tener lavadora en casa es un atraso»

«Creo que en este momento social, tener lavadora en casa es un atraso»

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¿Por qué necesitamos cada vez más ropa?, ¿es la sostenibilidad una moda o existe una conciencia real?, ¿cómo evolucionarán los negocios que promueven la circularidad? Sobre todo ello hemos hablado con Pilar Pasamontes, historiadora de la moda del siglo XX, y directora Científica de Moda del Instituto Europeo de Diseño (IED). Y es que su visión estratégica y conocimiento de la historia de la moda no podían faltar en el ciclo de entrevistas que estamos realizando junto a Girbau LAB para reflexionar y aportar luz a aspectos esenciales de la circularidad en la industria textil y el sector de la moda. 

– Cada año, en el mundo, se producen alrededor de 100.000 millones de prendas. Y cada habitante de Europa consume unos 25 kilogramos de textil al año. Y desecha 22. Pilar, ¿cómo hemos llegado a esta situación en la que la ropa ha perdido tanto valor? 

La moda es un reflejo de cada momento histórico, y ahora estamos viviendo unos años extraños y convulsos. Por una parte, hay un exceso de todo: de labios, de pechos, de tatuajes… y de ropa. A su vez, hay una homogeneización muy grande y una pérdida del valor de las cosas en general y de la ropa en particular. Finalmente, el mensaje del reciclaje está muy interiorizado y parece que depositando cada cosa (también la ropa) en su contenedor, el problema está solucionado. 

 

– ¿Es entonces la sostenibilidad solo una ‘submoda’ dentro de este exceso?

Nace como respuesta a una realidad, pero es cierto que la sostenibilidad se ha puesto de moda y, como cualquier moda, pasará, pero dejará un poso, que en este caso seguro será importante. Hay hábitos vinculados a la sostenibilidad que no se perderán. 

 

 «Parece que depositando cada cosa (también la ropa) en su contenedor, el problema está solucionado».

 

– Pero la moda antes era sostenible de por sí. 

La moda antes era sostenible porque el coste de todo era mucho más elevado. Pero es que, además, todo iba mucho más despacio, la viralización no existía y no se tenía la necesidad de cambiar de prendas tan a menudo. María Antonieta, por más María Antonieta que fuera, no podía permitirse 300 vestidos, pero seguramente tampoco los hubiera querido porque no hubiera tenido sentido para ella.  

 

– También nuestras madres y abuelas hacían moda sostenible.

Las que más. Remendando una y mil veces la ropa. Y transformándola cuando era necesario. 

 

– El upcycling del que ahora todo el mundo habla. 

Exacto. De hecho, tanto en la pasarela como en universidad, esta técnica tampoco es ninguna novedad. En el IED, como seguro pasa en muchas otras escuelas de diseño de moda, las grandes firmas nos ceden restos de sus tejidos para que los alumnos desarrollen sus proyectos. Aquí el upcycling se premia desde hace muchos años. En las pasarelas también podemos encontrar casos icónicos de hace muchos años, como los inicios de Martin Margiela y sus pañuelos reconvertidos en prendas maravillosas. 

 

– Reparar las prendas también se ha convertido en tendencia. 

Sí. Antes, incluso en las casas ricas, había remendedoras que se dedicaban a repasar la ropa para que no tuviera ningún desperfecto. También en las fábricas de tejido había las zurcidoras, que corregían las imperfecciones en los tejidos cuando a la máquina se le escapaba un hilo. Con la desaparición de este oficio, muchas fábricas textiles tuvieron que cerrar porque se arruinaron con las pérdidas de tejido. Una lástima. También me fascinaban las bordadoras, que además de personalizar las prendas ayudaban a disimular los desperfectos. 

Por suerte, al otro extremo de la moda del exceso, están recuperándose todos estos oficios que vuelven en forma de moda sostenible, circular, social, inclusiva, y un sinfín de etiquetas. 

 

– ¿Y qué opinas de los nuevos modelos de negocio vinculados a estas nuevas tendencias, como la segunda mano o el alquiler de ropa? 

Que de nuevos también tienen muy poco. ¿Quién no ha heredado ropa de alguien o ha pedido prestado algo para ir a una boda? Sí que es cierto que como modelos de negocio tienen mucho camino por explorar. 

El alquiler de ropa, por ejemplo, necesita que se rompan muchos tabúes para incrementar su popularidad, puesto que todavía hay muchas personas que se avergüenzan de decir que la ropa o los complementos que llevan son alquilados. En cambio, es más habitual confesar que te lo ha prestado alguien, sobre todo si este “alguien” es una persona relevante, ya que evidencia la amistad y confianza que os une. 

 

– ¿Y la segunda mano? 

Yo siempre había sido muy reacia a ella, porque no soportaba el olor de las tiendas. Recuerdo viajar a Londres y ver a mi exmarido volverse loco en las tiendas vintage mientras yo me quedaba fuera porque no podía respirar dentro. Ahora la higienización ha mejorado mucho. También la venta por Internet ha ayudado. Es más, en bolsos, por ejemplo, muchas personas prefieren comprarlos de segunda mano, aunque a veces incluso salgan más caros que nuevos, porque tienen cierta solera y no las hacen parecer nuevas ricas. Aquí hay todo un mercado por explorar. 

«Haz que tu ropa te muestre como eres realmente». 

– Hablando de higienización. ¿Es cierto que no tienes lavadora en casa?

No. Hace años se me rompió la lavadora y empecé a ir a la lavandería del barrio. Descubrí que, además de ser más barato y sostenible, la ropa quedaba más limpia, menos arrugada y duraba más. Luego, me cambié de piso y directamente ya ni me planteé tener lavadora. 

Creo que en este momento social, tener lavadora en casa es un atraso. Ocupa mucho espacio y consume muchos recursos. Además, en los pisos compartidos es motivo de discusión asegurado, por un tema de uso y disponibilidad. 

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En muchos países nórdicos y en Estados Unidos la lavandería es compartida y yo creo que vamos hacia aquí. 

 

– ¿Damos demasiado importancia al lavado de la ropa?

Por salud y convivencia, debemos usar ropa limpia, pero la mayoría de nosotras no trabajamos en una fábrica ni en el campo, de manera que muchas veces solo será necesario ventilar la prenda. Además, ello ayudará a que la ropa nos dure más y luzca mejor, ya que exceptuando el lino, son pocos los tejidos que mejoran con los lavados. Tenemos que cuidar la ropa como se merece, y no solo aquella que nos ha costado mucho dinero. Y es que con la devaluación de esta también hemos perdido el valor del cuidado. 

 

«Nos tendremos que quedar con estos excesos y las consecuencias que acarreen».

 

– ¿Me das algún consejo para vestir sostenible y con estilo? 

Mírate en el espejo, pero de verdad. No juzgándote, sino observándote. Y hazlo de lejos, para tomar perspectiva. Y a partir de ahí, vístete cómo lo sientas, no como te dicen que debes vestirte las redes sociales ni los influencers. Ello te permitirá diferenciarte. Cómo viste una persona nos dice mucho de cómo es. Haz que tu ropa muestre cómo eres realmente. 

 

– Para terminar, ¿qué crees que pasará con el exceso de ropa de la que hablábamos al principio?

Pues lo mismo que con el exceso de labios, de pechos y de tatuajes. Llegará el momento en que la tendencia cambiará, y algunos labios, pechos, tatuajes y prendas se podrán transformar o eliminar, pero en otros caso, no, y nos tendremos que quedar con estos excesos y las consecuencias que acarreen. 

 

Este artículo forma parte de un espacio de debate impulsado por Girbau LAB y So Good So Cute que persigue generar reflexión y aportar luz a aspectos esenciales de la circularidad en la industria textil.


Girbau LAB es un espacio de innovación colaborativa creado para generar valor a través de la innovación. Girbau LAB identifica y trabaja con los entornos más avanzados e innovadores a nivel global para recoger y desarrollar todas aquellas iniciativas, ideas, soluciones y tecnologías de interés que pueden contribuir a transformar la industria y aportar valor a la sociedad. + info. 

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