¿Tienes que hacer un regalo? ¿Estás sin un duro? ¿Y además quieres que sea sostenible? Mis amigos me han dado la mejor idea del mundo. Si quieres saber cuál, ¡sigue leyendo!
Hace unas semanas fue mi cumpleaños. Como nací por San Juan, festivo por estas tierras y, para que engañarnos, día de resaca para muchos, ya estoy acostumbrada a recibir pocas felicitaciones y, por descontado, escasísimos regalos que, aunque nunca se esperan, siempre son bienvenidos (y quien diga que no, miente).
Por ello, contar por mi cumpleaños con un regalo original o especial es directamente algo imposible…. O, mejor dicho, lo era hasta ahora.
(foto: Mr. Wonderful)
Todo empieza con un mensaje al grupo de Whatsup que habíamos creado con unos amigos para organizar la verbena diciéndome que, aunque me querían mucho, me daban de baja. Soy despistada, pero no tanto, con lo que en seguida me di cuenta que seguramente querían hablar de mi regalo. Lo preocupante del tema –por la cuenta que me traía– es que faltaban menos de tres horas para encontrarnos para cenar, con lo que poco iban a poder gestionar… Bueno, la intención y el cariño es lo que cuenta… O eso dicen 😉
Llegó la noche, cenamos muy bien, hablamos, reímos, los más peques del grupo tiraron algún petardo que otro y, cuando dieron las 12 de la noche y, por lo tanto, ya era día 24, las luces se apagaron, apareció la coca de San Juan con unas velas –tampoco ahora hace falta decir cuantas- y ¡oh!, sorpresa, una caja de tamaño considerable para mí. ¡Habían conseguido comprar algo! ¿Qué sería? (por favor, ¡que no me hayan traído nada del OpenCor!)
La caja, como podéis ver, tenía un cartel pegado (gràcies littleJan!) en el que ponía: “Pack Second Hand Molamogollón”. Lo de “molamogollón” es una larga historia que si eso otro día os explico… Lo de “second hand”, ya os podéis imaginar por dónde va. Efectivamente, tengo unos cuantos amigos que están un poco hasta el gorro de mi discurso en pro de la sostenibilidad.
Por ello, al abrir la caja, me temía lo peor… ¡Pero nada más lejos de la realidad! Y es que ésta estaba repleta de objetos personales de los que cada uno de los invitados a la fiesta habían deicidio desprenderse para regalarme.
Lectura solucionada para este verano. Le tengo especial ganas al libro de Jaume Sanllorente, Sonrisas de Bombay
En total, me llevé para casa cuatro libros, un vestido, una falda, dos collares, un anillo de plata, una pulsera étnica, un broche pop y… claro está… ¡una caja! Sin duda, ¡el mejor regalo del mundo! Y es que demás de tener un montón de cosas para estrenar y de lecturas para este verano, mi amigos consiguieron que mi regalo de cumpleaños se adaptara perfectamente a la máxima que intento practicar últimamente de no comprar por comprar. ¡El mensaje –aunque sea por necesidad- parece que va llegado! Misión cumplida.
Vestido y falda second hand. ¡Pronto me veréis con dos nuevos looks el blog!
Pero lo mejor del regalo es que con él me he llevado un poquito de la historia de cada uno de mis amigos a casa. Y es que a lo largo de la fiesta fueron varios los que se me acercaron ilusionados para contarme por qué habían elegido ese vestido para mí; cuál era la historia de ese colgante; o qué había significado para ellos leer este libro. Muchas, muchas gracias. ¡Fue genial!
Un genial pack de bisutería de diferentes estilos. ¡Cómo me gusta estrenar!
Así que ya sabéis, si tenéis que hacer un regalo y vais apurados de tiempo, de recursos o de ideas, el pack “second hand” es un acierto seguro. Al menos, yo ya espero el siguiente. Así que si este año os comento cuánto me gusta el jersey que lleváis o las ganas que tengo de comprarme el libro que estáis leyendo… dados por aludidos 😉
¡Qué buena idea! Me parece genial. Ves como haces bien en insistir con tu mensaje. 😉