El masaje Kobido es una técnica milenaria japonesa de masaje facial que tradicionalmente era exclusiva para las emperadoras del país (de aquí esos cutis tan radiantes). En occidente se empezó a dar a conocer en los años ochenta y noventa y ha sido en los inicios del siglo XXI cuando se ha vuelto popular y se ha rebautizado como el “lifting sin cirugía”.
Y es que ciertamente, tras una sesión de este masaje nuestro rostro parece que se haya sometido a un lifting facial. Por desgracia, el efecto no es permanente y a medida que pasan las horas los músculos van volviendo a su posición inicial. La buena noticia es que es un masaje acumulativo; es decir, si nos sometemos a una sesión de Kobido de manera periódica y la combinamos con gimnasia facial, podemos conseguir que nuestros músculos se vayan fortaleciendo y nuestro colágeno se vaya reactivando, provocando todo ello un mejor tono y luminosidad en la piel.
La sesión de Kobido suele durar entre una hora y una hora y media y consiste en realizar una serie de movimientos que trabajan los músculos faciales, además de cervicales, con el objetivo de relajar la musculatura contraída, activar la producción de colágeno y mejorar el drenaje y la circulación sanguínea.
¿Qué efectos tiene el masaje Kobido?
〉Reafirma e hidrata la piel.
〉Libera tensión muscular y combate el estrés y la ansiedad.
〉Aporta luminosidad y pulposidad a la piel.
〉Activa el sistema linfático.
〉Retrasa el proceso de envejecimiento de la piel.
〉Minimiza las líneas de expresión.
〉Reduce la migraña y el bruxismo.
〉Incrementa la producción de colágeno.
〉Activa la circulación sanguínea.
El masaje Kobido puede personalizarse con otras técnicas de terapia facilista como el Dien Chan o la Gua Sha para adaptar el tratamiento a cada persona y a cada momento.
