Diseñadora de moda, investigadora en ingeniería textil. Ha trabajado en…
La industria de la moda es, según la ONU, la segunda más contaminante del planeta tras las petroquímicas. Sin ir más lejos, produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales juntos.
Por si fuera poco, en 15 años se ha duplicado la producción de ropa en el mundo, y esta cifra no para de incrementarse. Y lo peor es que esto sucede prácticamente en su totalidad bajo un sistema de sobreproducción lineal, basado en la extracción intensiva de recursos naturales y expulsión de gases de efecto invernadero.
Pero el problema no se queda aquí. Y es que una vez producida la ropa, con el impacto que supone, la desechamos prácticamente sin usarla. Según el informe A New Textiles Economy de la Fundación Ellen MacArthur, el número de veces que se usa una prenda antes de ser desechada es entre 7 y 10 veces.
Destino de la ropa usada
En España, el 90% de las prendas que se desechan acaban en el vertedero, lo que supone un desperdicio de 800.000 toneladas de materiales textiles cada año, según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (Asirtex). El motivo de que esto ocurra es que es mucho más caro y costoso reciclar esta ropa que quemarla o enterrarla. Y eso, cuando puede reciclarse, porque en la mayoría de casos, al haberse mezclado fibras de distinto origen, el reciclado de ropa es prácticamente imposible. Afortunadamente, a partir de diciembre de 2025, la Unión Europea (UE) obligará a sus miembros a recoger de forma selectiva y separada los restos de ropa usada.
El 10% restante es rescatado por ONGs y empresas sociales que la donan o venden sin que experimente ningún tipo de transformación. Lo que conocemos como la ropa de segunda mano.
Finalmente, la ropa que no puede ser usada para este fin, es utilizada para usos de menor valor, como puede ser para realizar material aislante, paños para limpiar o relleno de colchones. A este uso se le llama infrareciclaje o downcycling, y supone casi siempre su uso final puesto que su posterior recuperación es prácticamente imposible.
Por todo ello, todas las personas que trabajamos en el sector textil debemos plantearnos una nueva forma de generar prendas que nos permita seguir disfrutando de nuestro planeta y que huyan de la economía lineal (producir, usar y tirar) y apuesten por la circularidad.
El upcycling
Una buen opción en este sentido es el upcycling o suprareciclado que, al contrario del infrareciclaje o downcycling, lo que hace es convertir las prendas o telas que han sido desechas en productos nuevos que incrementan el valor del original y que seguramente luego podrán volver a ser recuperados una y quizás más veces.
Esa es la idea con la que precisamente nació Deleitewear: recogemos tejidos de calidad que pueden provenir del preconsumo o del postconsumo y nos servimos de la creatividad como aliada para reencarnar esas prendas en nuevas colecciones, evitando consumir recursos naturales del planeta. Utilizando herramientas de diseño y patronaje, buscamos una metodología escalable que se aplica a la producción para evitar los altos costes de la artesanía y presentar precios más asequibles. De esta forma, la moda sostenible puede llegar a más público.
Una alianza muy interesante es la que tenemos con Elis, una empresa que ofrece soluciones en materia de textiles a grandes corporaciones y que nos ofrece sábanas con algún deterioro. Con ellas, eliminamos las partes desgastadas (normalmente las esquinas que se pillaron con las camas del hotel) y utilizamos el resto de tejido de algodones peinados de calidad, que necesitaron miles de litros para producirse, para hacer prendas nuevas. Así se revaloriza el tejido y se crean vestidos de verano con patronaje que aprovecha al máximo los tejidos y sin consumir del planeta nuevas materias vírgenes. De no ser por empresas comprometidas con el medio ambiente como Elis, en el mejor de los casos, estos algodones acabarían, como hemos dicho, siendo relleno de cojines o trapos para limpiar cristales.
Además de la sostenibilidad ambiental, apostamos por la creación de empleo de personas en riesgo de exclusión social. El taller local que confecciona nuestras prendas es APRAMP, una asociación que rescata a mujeres y niñas de la trata. Bajo el lema ‘Pespuntes de Libertad #contralatrata’, han hecho posible nuestra colección de primavera, nos encantaría crecer con ellas.
La organización líder en la transición hacia la moda sostenible, Fashion Revolution, calculó en 2020 que, con tan solo extender la vida de un producto textil nueve meses más, ya conseguimos reducir su huella de carbono, su huella hídrica y su huella como residuo, entre un 20 y un 30%. Es una gran oportunidad extender la vida de los tejidos para seguir disfrutando del deleite de vivir en nuestro planeta tierra.
Diseñadora de moda, investigadora en ingeniería textil. Ha trabajado en la moda de Londres, Berlín y Ámsterdam, donde se ha enamorado de la moda circular. Junto a su madre Nuria, economista, ha creado la marca de moda sostenible DeleiteWear.